SALUDA DEL HERMANO MAYOR

 

 

Parece que fue ayer, cuando apostado en una acera, y agarrado con fuerza a la mano de mi madre, viera pasar ante mí a Nuestro Padre Jesús Nazareno. No sabría explicaros con palabras la emoción que sintió aquel niño de corta edad al verle pasar, pero si os puedo decir las palabras que siguieron a su paso, “mama yo quiero seguirle, quiero ser Nazareno”.

Hoy, ese niño se dirige a todos vosotros, hermanos, amigos cofrades, desde el grandísimo orgullo de ser el Hermano Mayor.Espero que ayudado por ese Nazareno, por la Verónica y, como no, por mi queridísima Virgen de la Amargura, sepa estar a la altura que vosotros merecéis, y sea digno sucesor de todos aquellos que me han precedido, manteniendo viva la cofradía, conservando su historia y tradición, haciendo posible que hoy y ahora estemos aquí.

Mi agradecimiento especial a la anterior Junta de Gobierno, dirigida por el Hermano Mayor D. Ángel Gombau, gracias por vuestro tiempo y esfuerzo.

No sería posible llevar adelante esta apasionante tarea, sin la impagable ayuda de mi Junta de Gobierno, desde aquí, quiero agradecerles su entrega y predisposición para ayudarme en este caminar, sabed todos, hermanos, que aquí estamos para ayudaros y recoger vuestras propuestas.

Quiero pediros, a la vez que animaros, a que entre todos demos a nuestros actos, tanto litúrgicos como lúdicos, el valor que tienen y merecen. Y que son, sin lugar a dudas, nuestra seña de identidad como cofrades y como cristianos.

Cuando el Miércoles Santo, nuestra cofradía comience a caminar en su estación de penitencia, debajo de cada tercerol habrá una ilusión, una devoción, una promesa, debajo del mío, volverá a estar otra vez ese niño.

Por último, no quiero despedirme, sin reiteraros mi entusiasmo y mi deseo para serviros y atender vuestras inquietudes.

Recibid todos, un afectuoso y fraternal saludo.

 

Armando Linés Murillo

Hermano Mayor